Nuestros principios

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John Smyth (1566-1612)

LA ABSOLUTA SOBERANÍA DE JESUCRISTO

Este es el principio fundamental de la experiencia cristiana. Su influencia debe ser integral, involucrando todos los ámbitos de fe y acción del creyente. Jesucristo es el único que ha recibido la potestad y la soberanía de manos de Dios Padre, y, por tanto, reina sobre cielos y tierra. Es preexistente y gobierna sobre toda la creación. No hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos. Jesucristo es nuestro Soberano y Señor.

LA SANTA BIBLIA, ÚNICA REGLA DE FE Y CONDUCTA

La Biblia es el registro escrito de la revelación de Dios a la humanidad, la Palabra de Dios que da testimonio de Cristo el Señor, y que muestra su voluntad para la vida de cada creyente. Es la fuente inagotable de inspiración divina e iluminación cristianas. Estudiando las Escrituras, el creyente examina su conciencia y aprende a consolidar su carácter y personalidad a la imagen de Cristo.

VALOR HUMANO Y RESPONSABILIDAD PERSONAL

La Palabra de Dios indica que el ser humano ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza. El don de la salvación, sin embargo, lo otorga Dios por gracia cuando las personas, arrepintiéndose de sus pecados, aceptan la soberanía de Cristo en sus vidas. A esto la Biblia lo llama renacer espiritualmente. Además, el ser humano es plenamente responsable de aceptar o rechazar este regalo de Dios, gracias a la libertad con la que ha sido creado. Por lo tanto, las personas ni son salvas por el mero hecho de nacer biológicamente, ni por ninguna obra que puedan realizar.

EL DERECHO AL LIBRE EXAMEN

La Biblia y la promesa del Espíritu Santo son para todo ser humano sin excepción alguna, de manera que cualquier persona tiene derecho a examinar su vida ante Dios, de forma personal y directa, a la luz de las Sagradas Escrituras, y con la guía del Espíritu Santo. Sin embargo, la facultad de examinar libremente las Sagradas Escrituras no admite la interpretación privada en menoscabo de la verdad bíblica. Esta es la vía más oportuna para que los creyentes maduren y sean responsables de sus actos, palabras y pensamientos.

ADMINISTRACIÓN ECLESIÁSTICA CONGREGACIONAL

Las Iglesias evangélicas bautistas están formadas por personas convertidas a Cristo por la obra del Espíritu Santo. Espiritualmente hablando, todos los miembros de una Iglesia tienen iguales privilegios, derechos y deberes. El ejercicio del gobierno congregacional exige, en esencia, discernimiento y sabiduría. No es cristiano ni sensato administrar la Iglesia de Cristo desde la ignorancia, sino que lo prudente es gestionarla desde el conocimiento, y en especial, del conocimiento de la voluntad de la cabeza de la Iglesia que es Cristo. En la Iglesia, los creyentes son los que la administran, por lo que es necesario que éstos sean instruidos y capacitados en la Palabra de Dios, colocando los talentos y los dones que les han sido conferidos por el Espíritu Santo al servicio de Cristo, el único que puede guiarles en los entresijos y necesidades del gobierno y la existencia de la Iglesia.

SEPARACIÓN DE IGLESIA Y ESTADO

Las enseñanzas de Jesucristo muestran claramente que la Iglesia y el Estado pertenecen a ámbitos distintos, con diversos objetivos y fines; por lo cual ni los poderes del Estado deben controlar ni inmiscuirse en las tareas de la Iglesia, ni la Iglesia debe controlar ni entrometerse en los poderes del Estado. No obstante, ante intereses comunes como aumentar la calidad moral de los ciudadanos, o socorrer y ayudar a necesitados y marginados, visitar enfermos y presos, instruir a los analfabetos, etc., los cristianos fomentarán la colaboración mutua, sin perjuicio de la absoluta separación entre la Iglesia y el Estado. En este aspecto reconocemos que hay que dar a Cesar lo que corresponde y a Dios lo que es Dios.

RESPETO A LA AUTORIDAD CIVIL

Somos conscientes del respeto y obediencia debidos a las autoridades de nuestra nación. Esta obediencia ha de ser compatible con nuestra fe cristiana y con nuestros principios bautistas. Por ello manifestamos el respeto a las órdenes y decisiones lícitas de las autoridades legítimamente establecidas, siempre que sean compatibles con la Palabra de Dios.

LIBERTAD RELIGIOSA

Es nuestro deseo promover, para todos los seres humanos, la completa libertad religiosa. Pensamos que la tolerancia religiosa no es más que una simple concesión del gobernante, pero que la libertad religiosa es el privilegio que Dios concede al ser humano. Es su derecho supremo y ha de ser respetado. Nuestra actitud, en lo referente a la libertad religiosa, como ciudadanos y cristianos, es una actitud coherente, edificante y digna.

MAYORDOMÍA CRISTIANA INTEGRAL

Las Iglesias deben ser sostenidas por sus propios miembros. La entrega generosa y alegre de los diezmos y ofrendas como parte del culto a Dios es un acto de reconocimiento de la soberanía del Creador en sus vidas. De Dios es la Tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan; y, por tanto, cada creyente debe ser un gestor eficaz y eficiente de cuanto es y tiene: su persona, su familia, su tiempo, sus dones y talentos, su dinero y la creación de Dios. Los cristianos somos llamados a rendir cuentas de nuestra mayordomía integral a Dios, el cual es dueño absoluto de todas las cosas.

EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO

Cada creyente y cada Iglesia es responsable de comunicar la salvación de Jesucristo para toda la humanidad, como parte vital del conjunto de los redimidos por Cristo, que conforman el pueblo de Dios. Rechazamos el proselitismo, es decir, conseguir adeptos coaccionando sus conciencias; pero nos sentimos impulsados a evangelizar y dar testimonio fiel del conocimiento de Jesucristo a todas las personas. Llevaremos a cabo esta comisión divina siempre, en todo tiempo y en todo lugar por medio de la palabra y de un testimonio cristiano vivo. Lo haremos comenzando por nuestra familia, y siguiendo con nuestros vecinos, en nuestra localidad, en nuestra nación y hasta lo último de la tierra.

AUTONOMÍA E INTERDEPENDENCIA DE LAS IGLESIAS

Cada Iglesia es local y autónoma, sosteniéndose a sí misma y expresando su propia idiosincrasia particular. Ninguna Iglesia está por encima del resto. No obstante, con el propósito de lograr determinadas metas institucionales y promover la obra misionera, hemos desarrollado la interdependencia de las Iglesias. En unión fraternal y cooperación voluntaria, deseamos lograr los fines propuestos por los organismos creados por la asociación de las Iglesias a nivel regional, nacional, continental y mundial, y expresamos la necesidad de vincularnos a través de acuerdos conformados y aprobados democráticamente por la Asamblea convencional.

UN CULTO ESPIRITUAL Y SENCILLO

Celebramos un culto a Dios de acuerdo a la sencillez que se desprende de la vida comunitaria de los creyentes del Nuevo Testamento. Es nuestro deseo procurar, dentro de estos parámetros neotestamentarios, la consecución de un entorno gozoso, reverente, digno, ordenado, coherente y unido que logre, para cada creyente que participa en el culto, el mayor aprovechamiento espiritual y una experiencia auténtica de comunión con Dios en el culto cristiano.

COMUNIÓN CRISTIANA

Para los bautistas es fundamental convivir fraternalmente con los hermanos de otras denominaciones evangélicas. Deseamos promover con ellos un compañerismo genuino y práctico. La unión espiritual y fraternal con los verdaderos creyentes en Cristo debe plasmarse en la realidad. Esta unión y conexión ha de ser más íntima y profunda que la que surge de fórmulas y combinaciones eclesiales. Nos sentimos hermanos de todos aquellos que, al nacer de nuevo, aceptan y confiesan a Jesucristo como único Señor y Salvador, y viven evidenciando el fruto de su conversión a Él.

Fuente: Principios Bautistas UEBE